Cumpleaños en el mar
El mar es un regalo, por eso decidí subir al Tayrona para el cumpleaños. El agua es transparente, el paisaje te encandila, puedes sentir la montaña, el aire puro, la naturaleza en su esplendor, la riqueza que somos. En el parque no venden agua de coco, pero recibí uno de un campesino desprevenido que me leyó las ganas de saborear esa dulzura que se esconde en esta fruta maravillosa y lenta. Recibí regalos de la madre tierra, su silencio, su calma, su galopar intenso, las ganas de abrazar, de dar. Fue un cumpleaños distinto, aprendiendo que cada celebración trae su afán. Tratando de hacerlas diferentes, porque cada año representa distintos placeres y momentos de la vida. Este era el momento de dar gracias frente al mar y pedir por vencer el miedo a seguir.