Cala de San Pedro, Almería, España. 2008 E ra mi primera vez y su miembro colgaba al sol. Me tranquilicé cuando vi que no era el único y que detrás de él aparecían unos cinco más de distintos tamaños. No es un bar Swinger, sin embargo se hace un intercambio de intenciones. "No te preocupes" dijo Patricia, una de mis compañeras de viaje, " en poco tiempo te aburrirás de ver tantas" dijo. Se cumplió su sentencia. En una playa nudista, la novedad dura poco y las sorpresas las brinda el paisaje. Entre lo público y lo privado, estás ahí, en medio de gente que se saluda, se toma un café, fuma, baila, nada desnuda. Confieso que solo me atreví al topless, tal vez, porque en Colombia nos críamos con mucha mojigatería y hasta en las playas públicas andar con un hilo dental bien brasileño despierta suspicacias, miradas burlonas y gestos morbosos. Los hombres más avezados solo usan la "tanga narizona" , nombre con el que se denomina aquel traje de baño que no se ve s...
A los 13 años me apliqué el primer aliser químico para el cabello. Es un ungüento con ácidos que permiten que la fibra capilar se estire. Hay de muchos precios, texturas y tamaños y mientras lo tienes en tu cabello, el cepillado o blower es casi que obligatorio. También es impositivo no mojarse el pelo con lluvia, no lavarlo con mucha frecuencia y no dejarlo sudar demasiado porque se encoje. Este ritual hay que repetirlo cada tres meses en un año, porque el cabello crece y la raíz original inevitablemente se nota...vaya esclavitud! Tantas restricciones relacionadas con el clima paradojicamente en una ciudad en donde la temperatura oscila entre los 20 y 30 grados es un atrevimiento o tal vez una osadía, pero esta es la tierra de la vanidad extrema. Hace algunos años, en contra vía de los convencionalismos sociales de esta región y de mi propia familia, decidí dejarme el cabello natural - una afro hermoso - el cual, muchas veces, es llamado despectivamente, "pelo cucú". Cabe ac...
La respuesta sobre mis manos pequeñas...mi apellido grande... Hace mucho que no sé nada de la paleta Manotas. Gracias a ella viví durante la infancia mis 15 minutos de fama. “Manotas, Manotas, Manotas, la paleta con forma de Helado…sabrosa!!, decía el jingle del comercial de la tele y que me cantaban mis amigos de la ciudadela en donde vivía. Un conjunto multifamiliar, propicio para multiplicar gente y chismes. La verdad, yo sólo rezaba porque desaparecieran todo los carritos heladeros del planeta. Gracias a Dios la sacaron del mercado rápido. Quizás su corta vida se debió a que era muy extraño comerse una mano con sabor a limón o a fresa. Eso si, jamás la probé. Pensé que la pesadilla había terminado en la infancia. Me equivoqué. En la Universidad aún mis antiguos profesores suelen saludarme con un “Hola Manitas”, ¿Todavía no te has cambiado el apellido?, “es que tú no debes apellidarte Manotas, sino Manitas”. Esperaba que esa clase de comentarios no salieran de los pasillos de la ...
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