El Apellido Manotas

La respuesta sobre mis manos pequeñas...mi apellido grande...

Hace mucho que no sé nada de la paleta Manotas. Gracias a ella viví durante la infancia mis 15 minutos de fama. “Manotas, Manotas, Manotas, la paleta con forma de Helado…sabrosa!!, decía el jingle del comercial de la tele y que me cantaban mis amigos de la ciudadela en donde vivía. Un conjunto multifamiliar, propicio para multiplicar gente y chismes. La verdad, yo sólo rezaba porque desaparecieran todo los carritos heladeros del planeta. Gracias a Dios la sacaron del mercado rápido. Quizás su corta vida se debió a que era muy extraño comerse una mano con sabor a limón o a fresa. Eso si, jamás la probé.


Pensé que la pesadilla había terminado en la infancia. Me equivoqué. En la Universidad aún mis antiguos profesores suelen saludarme con un “Hola Manitas”, ¿Todavía no te has cambiado el apellido?, “es que tú no debes apellidarte Manotas, sino Manitas”. Esperaba que esa clase de comentarios no salieran de los pasillos de la Facultad, pero no, la herencia familiar trasciende los límites geográficos. En Bogotá resulta exótico y suena a “vainas de costeño” tener el apellido Manotas.

Si voy a una fiesta no falta el cachaco que piense que dió con la costeñita de su vida e intente entablar conversación. Después de decir el nombre, debo sortear, entonces cuatro preguntas de rigor: ¿tienes unas manos prodigiosas?,(sorprendido) ¿debes dar unos masajes riquísimos, cierto?, (lascivo) ¿qué puedes agarrar con esas Manotas?, (mucho más lascivo) ¿haces honor a tu apellido?,(intelectual), hay que probar, ¿tienes manos sensuales?.(Cree que ya la hizo), dicen, mientras miro y escondo mis uñas mordisqueadas y sin esmalte, entonces, trato de explicar que nada tiene que ver mi apellido con mi físico y parece entender. Más tranquila, pienso que el tipo lo ha comprendido hasta que me invita a bailar y al tomarme de la mano las mide con las de él y dice, pero si son super chiquitas!!, son manitas!!, (bueno, mido 1. 50!!.)

En ese momento caigo en cuenta de que estoy bailando Sonido Bestial – la canción más larga de la historia – con un rolo que no sabe bailar, que quiero huir y pasarme a un rincón a comer hielo para no hablar con nadie extraño que me diga las mismas tonterías cuando digo mi nombre completo. Es que esa es una regla que siempre se cumple: apellido raro: conversación rara.

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