Tres días de sol en Chiloe - Chile. (Viaje de 2019)

El pájaro amarillo coqueteaba por una foto acostumbrado al obturador de los turistas. 
El silencio es nutrido por el viento que hace que las hojas de los arboles mas altos aplaudan, y por las olas que se chocan con las colosales piedras que son el hogar de pequeños lobos marinos y garzas.
Hay una garza que serpentea, planea y elige su ruta hacia el mar. 
Estoy en un puente hacia el cielo, parece que vamos a saltar.
Pero eso solo lo hacen las almas que mueren pidiendo permiso a los dioses para tomar una barca al infinito.
Hay una leyenda para explicar lo que sucede, es la narrativa de la isla. 
La cosmogonía nos mueve hacia la poesía de lo sagrado y lo no terrenal.
Ha sido uno de esos viajes en los que sientes que algo interno se transforma: dejas fe y algo de esperanza en regresar.
En el camino conocimos a Elisa y a Eva Luna,  una niña como los cuentos de Isabel Allende, todo parecía narrado.
Amar la lluvia y describir un día lluvioso como un día bello y milagroso. 
Me dijeron que no paraba de llover en la Isla, luego que yo había llevado el sol. 
No vimos nubarrones, solo un sol brillante que me acompañó todo el recorrido. 
A veces no debemos dejarnos llevar por los pronósticos, el alma va eligiendo su destino.

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