De los amigos con beneficios y otros entuertos del mundo líquido
El beneficio más grande de esta clase de relaciones es que no hay privilegios para los no vinculantes.
Dice Zygmunt Bauman que estamos en una época complicada para crear vínculos humanos sólidos, fuertes y duraderos en el tiempo. Estamos cada vez más conectados, pero “contacto” no es lo mismo que decir amigo. “Contacto” no es lo mismo que decir relación. Nada más cierto sobre todo si nos referimos a ese invento de la vida moderna: “los amigos con beneficios o con derechos” ¿beneficios para qué? ¿derecho de qué?
Están de moda las películas gringas sobre este tema. Dos “contactos” se meten a la cama, tienen sexo, acordado, pactado casi que como una cita de negocios – sólo para satisfacer el instinto animal – y al final – el hombre, y no la mujer, como suele pasar en la vida real, involucra su corazón, sus sentimientos y emociones y reclama que conformen una pareja de novios. Todo se complica con el reclamo, pero como es una película gringa, la chica cede y quedan juntos…si, al fin película.
La mayoría de quienes se meten en esta difícil empresa, establecen reglas antes del comienzo y todos los involucrados dan versión juramentada, especialmente la mujer, de “tener la película clara”. La modernidad los atropella y ven con total clarividencia que jamás les dolerá que el tipo se pierda semanas, llame sólo para copular y te diga que no duerme contigo, porque eso es ya demasiado. También dicen que dejan pasar - sin cantaleta, ni rollos – que hablen como amigos, pero no se sepa qué son y que cualquier día, diga “estoy conociendo a alguien” y ese alguien no eres tú.
Mi teoría es que meterse a la cama en estos términos es casi que decir la frase del Hayder Villa: “ yo no vine aquí a hacer amigos”. Porque en la cotidianidad, no he sabido del primero de estos inventos cercanos que resulte bien. El experimento termina cuando uno de los dos exige compromiso, lealtad, mirada exclusiva: cuando pide que se intercambie el corazón y no el cuerpo. Cuando se pide que se cumpla la fantasía de la película gringa. Pero eso de vincularse es un tema casi que intocable en una sociedad que ha creado plataformas en la que aparecen como amigos más de 100 personas, con las quienes a duras penas se ha hablado una vez en la vida.
Vincularse o no, es una decisión de piel, del alma de personas que buscan emprender proyectos no desechables, de personas que no necesitan renovar la interface con la salida de un nuevo prototipo al mercado, de quienes pensamos que la empresa más dura es habitarse a uno mismo para luego dar espacio al otro. El tema es que hoy en día, lo efímero, lo líquido nos pertenece y ahora no hay nada más indeleble que lo pasajero, como signo de que el miedo al amor real hacia otro ser humano duele tanto que mejor dejarlo pasar sin afectos, sin meter el compromiso del corazón, el pasado de cada quien y mucho menos el futuro. Si, la otredad ya no parece ser asunto de esta época.
Dice Zygmunt Bauman que estamos en una época complicada para crear vínculos humanos sólidos, fuertes y duraderos en el tiempo. Estamos cada vez más conectados, pero “contacto” no es lo mismo que decir amigo. “Contacto” no es lo mismo que decir relación. Nada más cierto sobre todo si nos referimos a ese invento de la vida moderna: “los amigos con beneficios o con derechos” ¿beneficios para qué? ¿derecho de qué?
Están de moda las películas gringas sobre este tema. Dos “contactos” se meten a la cama, tienen sexo, acordado, pactado casi que como una cita de negocios – sólo para satisfacer el instinto animal – y al final – el hombre, y no la mujer, como suele pasar en la vida real, involucra su corazón, sus sentimientos y emociones y reclama que conformen una pareja de novios. Todo se complica con el reclamo, pero como es una película gringa, la chica cede y quedan juntos…si, al fin película.
La mayoría de quienes se meten en esta difícil empresa, establecen reglas antes del comienzo y todos los involucrados dan versión juramentada, especialmente la mujer, de “tener la película clara”. La modernidad los atropella y ven con total clarividencia que jamás les dolerá que el tipo se pierda semanas, llame sólo para copular y te diga que no duerme contigo, porque eso es ya demasiado. También dicen que dejan pasar - sin cantaleta, ni rollos – que hablen como amigos, pero no se sepa qué son y que cualquier día, diga “estoy conociendo a alguien” y ese alguien no eres tú.
Mi teoría es que meterse a la cama en estos términos es casi que decir la frase del Hayder Villa: “ yo no vine aquí a hacer amigos”. Porque en la cotidianidad, no he sabido del primero de estos inventos cercanos que resulte bien. El experimento termina cuando uno de los dos exige compromiso, lealtad, mirada exclusiva: cuando pide que se intercambie el corazón y no el cuerpo. Cuando se pide que se cumpla la fantasía de la película gringa. Pero eso de vincularse es un tema casi que intocable en una sociedad que ha creado plataformas en la que aparecen como amigos más de 100 personas, con las quienes a duras penas se ha hablado una vez en la vida.
Vincularse o no, es una decisión de piel, del alma de personas que buscan emprender proyectos no desechables, de personas que no necesitan renovar la interface con la salida de un nuevo prototipo al mercado, de quienes pensamos que la empresa más dura es habitarse a uno mismo para luego dar espacio al otro. El tema es que hoy en día, lo efímero, lo líquido nos pertenece y ahora no hay nada más indeleble que lo pasajero, como signo de que el miedo al amor real hacia otro ser humano duele tanto que mejor dejarlo pasar sin afectos, sin meter el compromiso del corazón, el pasado de cada quien y mucho menos el futuro. Si, la otredad ya no parece ser asunto de esta época.
Me encanta leerte en estos post!!!
ResponderEliminarde la vida liquida a "las nuevas soledades". echa un ojo a los articulos de Marie-France Irigoyen.Muy buen Post; un saludo !
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