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Una tusa y un cáncer...

 Mi amiga K llevaba un par de semanas encerrada en casa llorando, tomando tequila y escuchando rancheras de Lila Down y Chavela Vargas. Tenía días de no verla, no contestaba el teléfono y su diagnóstico era: corazón roto, tusa que llaman. Sufrió una fuerte hemorragia sentimental. Cuando recibí la patología dudé mucho en contarle. Le envíaba pistas:  " no me han dado respuesta aún", "todavía no saben qué tengo", "la cosa no sé  ve bien, pero seguro están equivocados". Era para mí apremiante que ella no sintiera más dolor del que ya tenía. Cuando tuve todas las certezas, la llamé y le dije:  " las cosas no salieron bien" .   Las cosas, si, como si lo resultados de la biopsia fueran ajenos a mi. Su tono de voz cambió y ya no se sentía triste.  Sentí como si hubiese despertado y dijo: "voy para allá". K se mudó a mi casa con Sherlock, su tierno perrito, para cuidarme y que yo no tuviera que moverme de mi casa.  El cuarto de huéspedes les

Aprender a esperar

 Los tickets de avión estaban comprados para marzo de 2023. Para ese instante mi diagnóstico fue confirmado. Todo era muy confuso, pero yo sólo pensaba: "y mi viaje?".  Un año después pude hacerlo.  Hoy empieza la segunda temporada de mi blog blog y estoy escribiendo luego de realizar un viaje de 3 semanas por Europa.  Cuando estaba subiéndome al avión, solo pensaba en todo lo que tuve que esperar, en la incertidumbre, el dolor y todo lo que transité. El viaje se convirtió en una de las grandes motivaciones para mantener la mente ocupada, el corazón activo.  Diseñaba rutas e itinerarios y repasaba los planes con mis amigos.   Una madre tiene que esperar nueve meses para conocer el rostro de su hijo y los cerezos deben esperar la primavera. Todo ocurre bajo un ritmo que muy pocas veces comprendemos.  Ante los ojos del ego todo parece una pérdida, se vuelve un caos, la oportunidad que cambia, los plazos que no se cumplen, pero ante el universo, todo lo que ocurre parece una sin