En diciembre llegaban las Brisas
A mi papá le encantaba leer a Marvel Moreno. Cuando murió muchos de sus libros fueron desperdigados por el mundo: unos fueron a tener a bibliotecas públicas, otros siguen conmigo y algunos pocos deambulan por ahí en casa de amigos que no devuelven los libros que piden prestados.
Saramago decía que él ponía a circular sus libros y hay mucha gente que lo hace, por eso me encanta ir a donde los libreros. En Bogotá hay varios especiales. Estuve dando saltos sobre estos dinosaurios buscando dos libros que quería mucho mi padre: "Tres tristes Tigres" y "En Diciembre llegaban las Brisas". Por meses la búsqueda fue infructuosa, sin embargo, nunca salía de ahí con las manos vacías.
Allí, te dejan sentar sin afanes, te brindan café, te dejan oler las hojas, te sumerges en el polvo, en los papeles raídos, en el moho de la nostalgia. El librero se acuerda como si fuera un mapa de dónde están los libros, y sin excel, ni listas electrónicas rastrea lo que buscas a punta de corazonadas.
Allí no estaba Marvel Moreno, ya no la editan, es más rentable, parece, apostarle a la autoayuda. No seguí buscando y en una tarde lluviosa, ayudando a mi amiga lily a cambiarse de casa encontré a Marvel en una de sus cajas. Así, sin mayor problema, totalmente visible y sin otros ejemplares encima, sólo abrí y ahí estaba. Resultó que una vez Carolina, no le cabían en su maleta y lo dejó en su casa con otras cositas más, agobiada por el peso en las aerolíneas.
En Barranquilla han empezado por anticipado las brisas, a pesar de las fuertes lluvias. El cielo está más abierto y la luz es decembrina. Hace muchos años que no vivía esta época en casa lo que ha sido un excelente reencuentro, como ese libro que apareció sin esfuerzos después de tantas búsquedas infructuosas, porque el destino es así, lo que te toca, te encuentra.
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