Terminaron las quimio...nuevo destino: la cirugía.

Recuerdo que cuando terminé la primera sesión de quimio le dije a mi mamá: "no quiero volver".  Mi mamá me abrazó y dijo: "lo siento, tienes que seguir, eres fuerte,  vas a poder".  Por eso, cuando llegó la fecha de la última sesión pasé días emocionada y no pude parar de llorar. También sentí miedo: ¿volverá?

Después de esa primera quimio,  estaba desesperada con dolor en las piernas, náuseas y cero apetito.  Estaba sentada frente al mar con ganas de huir y me concentré en mirar las olas. Veía como van y vienen como si tuvieran un ritmo interno. El sonido, la sensación de la filigrana de la arena, me calma, me hace volver a sentir el día. En ese instante sabía que como una ola, debía regresar. 

La oncología moderna hace todo lo posible para que los pacientes con cáncer tengamos los menores efectos secundarios derivados de la medicación.  Los "pre" hacen la magia, así que antes de colocarte la primera bolsa (mi quimio fue intravenosa) en mi caso, recibía los anti vomito, anti diarrea, protector estomacal, anti alérgico, etc.  La idea es que después de los días de descanso, uno pueda seguir con su vida lo más normal posible, ver amigos, ir a la playa, trabajar, ir a la oficina. 

Con todo y eso, son medicamentos muy fuertes y los malestares, sobre todo los primeros días, son como subir una montaña muy empinada.  Debo aclarar, que cada persona experimenta síntomas distintos, por lo que no quiero enumerarlos en este post, porque son muy particulares a cada cuerpo, estilo de vida y  nivel de tolerancia de los medicamentos.  No quiero predisponer a nadie que vaya a enfrentar este camino.Cada quimio tiene distintos protocolos y dependiendo del tipo de  tumor va variando "el coctel".  No vi bolsas rojas, solo blancas. Cada 21 días se repetía la rutina en el mismo orden.  Mis venas están cansadas y tengo unas pequeña alergia en los brazos derivada de los medicamentos. Mi piel ya no es la misma, mi cabello se fue de paseo y estoy hinchada y cansada. 

He tenido que brincar una barda alta, llena de maleza, pero luego de la tercera sesión ya el tumor se había desaparecido en un 85 % .  Entonces recuerdo cómo me sentía y logro sonreír.  Ahora , la segunda etapa será la cirugía y la radio terapia.  La mamoplastia es inminente, me recuerda que el cuerpo asumirá un cambio drástico y que deberé cuidarlo de otras maneras a partir de ahora.  Nunca pensé en usar un implante, siempre me gustó mi cuerpo, pero ahora, tendré que enfrentarme a algo que no me agrada, pero que me hará bien. Así ha sido gran parte de este recorrido: honrar todo lo que odio, lo incómodo, lo doloroso.  Transitar en consultorios, tener una historia clínica impresa en una carpeta que llevo a toda parte, agujas, procedimientos, papeleo y unos brazos que ya muestran señales que no aguantan un pinchazo más. 

He sido valiente si, y también he sido la cobarde que se quería montar en un avión a una tierra desconocida tras la primera quimio. También he sido la llorona que no quiere levantarse y he sido la que se pone los zapatos y no quiere regresar, pero en medio de todo este caótico momento de mi vida han nacido 3 sobrinos, para la fecha de la cirugía tendrán un mes. 

Del dolor saltamos a las risas de tenerlos en casa y es como un vaivén que alivia el corazón.  No estamos centrados en mi enfermedad, hemos tenido que variar nuestra atención y eso nos ha hecho el camino más fácil.  En estos días he bailado al verlos enfrentarse por primera vez a la luz, los sonidos, al aire, a la tierra  y sus sensaciones confusas. Parece que seremos 4 los primerizos!  porque yo me declaro recién nacida experimentando tantas cosas nuevas.   Les diré,  cuando crezcan,  que había una vez una tía valiente que los amó sin conocerlos en el instante en que cruzamos miradas. Espero tener la oportunidad de verlos crecer y que conozcan esta historia que también es suya. 

Nueva parada: mi cuerpo y el implante.